¡Hola, amigos!
Es algo personal (ya se podía adivinar en mi mensaje anterior). Una cuestión de sensibilidad, de poesía. Siempre he pensado que Susumu Hani y yo habríamos sido amigos de habernos conocido. Habríamos escrito juntos, inventado juntos; nos habríamos emborrachado juntos, y de todo eso habrían salido muchas obras. Seguro que a vosotros os pasa con otros autores: cuando veis sus obras, parece que os están hablando directamente, personalmente, concretamente a vosotros. ¿Verdad? A mí me pasa con éste.
Tiene esa sensibilidad en la que me reconozco, tiene un entendimiento que me es común de ese momento que todos hemos atravesado en la adolescencia; bueno, tal vez sería más acertado decir que tiene una sensibilidad que identifico como propia para retratar un momento vital, que en otra película suya (She and He) aparece pasada la adolescencia. Empatiza con los personajes que retrata, los entiende; analiza el sistema educativo con una cualidad documentalista y se desata con una pulsión que no es sino poesía cuando nos habla de esa época de descubrimiento en la que confundimos los sentimientos, en la que no sabemos si aquello que sentimos por primera vez es atracción o rechazo, en la que nos sentimos excluidos sin esforzarnos en ello, simplemente porque la sociedad nunca ha abrigado a la juventud.
La vida académica, la vida familiar, la vida afectiva, el miedo y la acucia, el rechazo y la necesidad de pertenencia, la individualidad y el grupo... Cuando te haces una idea de quién quieres ser y empiezas a comportarte como tal, y eso te provoca una fractura vital, porque aún no eres quien piensas llegar a ser.
Habríamos sido amigos íntimos, lo sé.